29.10.08

El Teorema de los sueños

La música fluía cual laberinto perdiéndose entre nuestros oídos, no era costumbre escuchar ese tipo de música en un tren que va a Manhattan, mis largas horas de tedio se fusionaron increíbles en silencios hablados rasgando mi caos interno. Puccini, peleándose entre la multitud a las doce del día. Donde tratamos de conciliar el sueño, de llegar a dónde esperábamos. Y allí Nessum Dorma de Puccini estirándose entre los pasadizos de cada carril, entregándose etérea en nuestras manos; para los que quisiéramos suavemente como un sueño al despertar. La velocidad transcurría a través de la ventana dejándome sólo capturas borrosas de las estaciones pasajeras en mi mente.
Quise ver quién traía esa música, sin embargo nunca lo descubrí. Iba aún en el primer tren y me faltaba dos más para llegar a NJ, Hoboken Terminal. La sensaciones y la velocidad mezcladas copulando dentro mío. El vagón estaba repleto de gente y era imposible enterarse de aquello. Bajé en la 34 St hacia el Path que va a NJ, mientras caminaba buscando la salida para hacer la conexión, pensé en la laxitud del tiempo y en la historia de Turandot; del cual trata ésta ópera de Puccini. La proclama de la princesa Turandot de que nadie duerma hasta encontrar el nombre del príncipe desconocido, quién lanzó el desafío de que si su nombre no es descubierto, la princesa se casará con él. Calaf canta explicando con certeza que la búsqueda será en vano. Vino a mi mente un dilema sobre velocidad y laxitud, no de manera dialéctica más bien como un dilema temporal frente a las circunstancias. Sobre la imposibilidad del olvido ante el recuerdo. La necesidad de la certeza en el devenir para cada uno de nosotros, sea mañana o dentro de un mes o años.

Al bajar del segundo tren llegando a NJ, se me vino a la mente un poeta que v
ivió parte de su vida en Nueva York. Que sintió la música en su poesía y la hizo vibrar de distinta manera en sus versos. Poeta en Nueva York y Poema del cante Jondo de Federico García Lorca, dos libros tan distintos compuestos por la misma mano. Obligando a mi memoria, mirando el mar del muelle de Hoboken a recordarlos, escrutando en cada una de mis neuronas sus versos perdidos en mis recuerdos. Dos poemas vinieron a mi mente el poema sobre la muerte en “tres ciudades” y la ciudad y la muerte en “Calles y sueños”. Dos perspectivas distintas de la vida escritos en momentos diferentes. Sentía el aire golpear mi rostro con fuerza como si quisiera arrancármelo y tirarlo al mar. La lluvia me cubría completamente, implacable como son todos los otoños. Generaba en mi una ansiedad a la retrospección, ese recuerdo que queda flotante y que sólo lo revisamos en las lluvias, a través de la música o frente al mar. Era imposible alejarme de mis pensamientos frente a estos tres elementos.

Nadie duerma en el sueño, aunque parezca contradictorio es lo que queremos todos, para sentir la caducidad del tiempo
como va aflorando dentro nuestro y nos embriaga; nos lleva a flotar sobre nuestros deseos y perpetuidades. Por ello, esa velocidad era necesaria para acelerar mis ansias y laxar un poco el olvido. El aire seco te besa y sientes que tus labios se hinchan con su acercamiento, puedes cerrar los ojos e imaginar cualquier sueño y producirlo en un minuto. Por fin, llegó el tercer tren, estaba extenuada y sonreía, sentía placer de haber vencido al olvido. Y pude figurar algo más extraño en mi mente, el deseo de ver una vieja película frente al calor de una estufa, cubierta de mantas mirando la ventana. Esas películas de corte comedia romántica de la cual no soy adepta, pero que a veces me escondo a verlas. Con Nessum Dorma y el recuerdo me vino la nostalgia de The mirror have two faces realmente una film muy viejo con un final espectacular que bien valen las películas de ese corte, las pocas aceptables según yo. La mujer del costado me observó toda la ruta, posiblemente era mi sonrisa evocando la sorpresa de volverla ver sentada al viento con el calor de alguien muy especial.

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19.10.08

Teoría del Caos

Los días pasaron caóticamente uno tras otro con sus bemoles y sus incongruencias. Los rayos de sol fueron extinguiéndose uno a uno. El viento comenzó a develarse y ansiosamente se arrulló sobre las pieles de miles de transeúntes de esta ciudad. Sólo el silencio al atardecer y fragmentos de tiempo esfumándose detrás de la melancolía que trae el otoño.
El viento arreciando las hojas lanzando a la cara la desesperanza de la estación y su mutismo a través de rostros cubiertos y pensativos. Y como penetrando la mirada por un oscuro túnel, me encontré con la pintura de Van Gogh me hizo latir el corazón en mil pedazos. Mi encuentro con el color, la luz y el viento juntos al unísono, fue un verdor interno que me hizo temblar; satisfizo mis sensaciones constreñidas. Siendo la escrutadora de su dominio, acercándome sigilosamente expectante ante su imagen. La sensación fue inexplicable.
Van Gogh and the Colors of the Night una de la exposiciones más hermosas que he visto en The Museum of Modern Art (MOMA). Podía escuchar el rugir del viento escapar a través del marco hacia mis oídos, la luz darme directo al rostro e imaginar las estrellas desde sus ojos. Sentía estar en esa noche penetrando a través del lienzo quedándome atrapada en esa “Noche Estrellada” de Van Gogh. El poder del cuadro era avasallador, éramos muchos los que queríamos verla, tocarla, olerla y sentir la calidez indomable de su fuerza. Esa tarde vi muchos cuadros clásicos. Pero ninguno como ese único cuadro que tenía existencia propia. Fue hace una semana que sentí el color de imágenes que aún conservo en mi imaginación y me empujaron a escribir algunas ideas acerca de existir.

Sin embargo, la semana fue austera y extraña en muchos sentidos. Recobré por horas mi cordura, que me llevaron a meditar sobre diversas situaciones. Retomé un viejo libro de lectura del Arte de Amar de Eric Fromm y amenacé con releerlo y me encontré cuestionando variedad de preguntas sobre el odio, el amor y la comprensión. ¿Qué relación podría existir entre una increíble pintura y las sensaciones humanas más banales? Definitivamente todas. Recordé que sentí alegría, tristeza y soledad, al mirarla.

Hoy salí a dar vueltas y encontrarme con las calles y pensé que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Y cómo todo arte necesito conocerlo y abstraerme de él como tal. Me pareció interesante como Fromm separa las visiones sobre el amor a través de los errores que se entienden acerca de qué es sentir amor, por medio de teorías. Y lo presenta en un inicio como tres errores comunes acerca de lo que uno cree que es el amor: la primera la atracción como producto, el interés en algo específico por uno de los lados, segundo las personas que se guían por la apariencia y lo que dicen los demás acerca de su elección como si eligieran una mercancía (el objeto deseable desde un punto social), y el tercer error (según Fromm) que radica en la confusión entre la experiencia inicial de enamorarse y la situación de permanecer enamorado. Llama a ese milagro con un inicio de atracción sexual y consumación. Sin embargo, las personas al tiempo de conocerse piensan que es duradero pero sólo es monotonía y seguridad. Mas no amor. Sólo es el escape del ser en su soledad buscando compañía.
Dejando a Fromm y sus teorías cáusticas acerca del amor. Leí un anuncio interesante sobre una taberna en Hudson Street que se llama White Horse; donde meditaron, se emborracharon y escribieron poetas como: Ginsberg y Kerouac. Poetas irreverentes que pertenecieron a la Generación Beatnek. Hombres sin cordura como Van Gogh en otro tiempo que hablaron de la desesperanza, el orden, la destrucción y el amor. Por entonces, seres comunes y corrientes que lloraron, rieron y amaron con locura y desesperación. Como ahora, nosotros simples mortales que dejamos algo escrito sólo para que tú lo leas como ahora lo estás haciendo.

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6.10.08

Inter.Nos.

Porque la risa se contagia hasta del viento, aproveché la temporada para reflexionar sobre las miles de circunstancias que aglomeran mi mente. Al dejar el coche en la parte más alta; me estiré para divisar desde arriba como se veían los coches pequeñitos asustados cruzándose uno con otro, liberándose. La vista de la pendiente desde un Central Mall sin importar el nombre que tenga el lugar. Sólo la búsqueda de la risa interna en el aire perdiéndose entre las voces y griteríos de las personas que apresuradas buscaban prendas de alguna marca en especial o un posible sale. Al entrar un panorámico de una mujer altísima y delgada con un letrerito if you want to be like her, enter here. No hay más que voces, risas, vestidores y los mejores disfraces para ser ejecutiva, glamorosa, sensual, gótica, clásica o deportiva. Y lo más importante es que nada de eso importa.

La saciedad y la abstinencia en la soledad de esta ciudad, fatiga el corazón. Lo vuelve sordo, lo endurece y lo resiente. Caminar en sinfonía con otros seres que ríen y discuten entre nosotros. Sin nombres sólo rostros, calles aromatizadas de cuerpos extraños que circulan contigo. Entiendes que el mundo tiene sentido sólo si lo obligas a tenerlo. En la prioridad de la circunstancia más abyecta te extravías y resucitas porque no basta con morirte en la nada.
La muerte es un bemol en la quietud y se arrastra suave entre la arena recorre puentes, cafés, subways y toma ron con coca cola para estar aturdido y no sentirse mal de vez en cuando.
Y el corazón no entiende no precisa de teoremas explicativos, late a complacer; el corazón como nadie se ha tornado auténtico, para ser oído en el universo. Rodeado de voces, atraviesa entre unidades de sistemas cáusticos, incondicional sin sentido. Atrapado entre sueños sumergido en delirios, sin escape. Secuestrado.

No hay más que esta luna, la sombra y el desencanto. Ese tiempo eterno del que ama aturdido entre la espera y el recuerdo. La búsqueda de la circunstancia, que se quedará en el olvido y el deseo de una bahía inexplorada vista desde lejos en una postal de una vitrina. Somos lo que fuimos cualquier suspiro al aire olvidado en una tarde. He cuestionado los millones de enigmas como está armado el universo y me sublevo ante ellos. Crearé un millón de locos sistemas que sientan nuestros cuerpos y truenen nuestras mentes. Esto queda entre la luna y yo como diría Li Po.

Las calles, vidrieras y más vidrieras que te observan desde adentro. Salir y buscar miles de nombres entre las calles que te esperan. Puedes escuchar tus pasos en las baldosas que repican para que tú la sientas, no se puede decir que esta ciudad no tenga sentimientos si el piso brama porque tú lo tocas. Perdida estoy entre la gente sin voz, sin ti, sin nada. En esta tarde gris donde todos los pájaros pueden ser de fuego, ésta ciudad se me antoja y quiero conocerla.

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1.10.08

Juegos de poder

Tiempos en que mueres de inanición sino tienes un celular en la mano. Los hay de todos los modelos, colores, sistemas y formas de pago. No hay que negarlo es el gran invento, el deleite de los dioses como siempre dice un gran amigo mío. No puedo negar que la tecnología me atrae como a muchos mortales de esta tierra. Porque mortal sin celular: extraterrestre. Pero por ahí no va mi interés.

Hace unos días regresé a mi primer hogar americano la 63 de Lexington, se respiraba tranquilidad y las calles en la madrugada se veían desoladas y algo taciturnas. Algunos paseaban a sus perros, alguna pareja hacía devaneos detrás de un árbol, pequeños bares aún seguían abiertos y alguien por ahí esperaba que apareciera un taxi. Caminar sin hablar por esas calles con el viento en la cara, me daba una sensación de serenidad, soledad y poder. Aisha me acompañó en mi silencio, como nunca muda, a veces me daba la impresión que estaba sola. Caminando bajo la garúa, me sentí como los perritos que sacan la cabeza por la ventana de los coches para aspirar el aire. Hasta que se dio el primer ring, después vinieron dos o tres más. Aisha tuvo que contestar inmediatamente. Ya pensaba protestar acerca de ella, cuando sonó el mío. Y extrañamente sonó el celular del hombre viejo que esperaba taxi. Los tres sonidos a la vez, me pulverizaron en un instante. Y comencé a reírme como una loca, Aisha me miraba azorada, su rostro pasó por cinco gesticulaciones consiguientes. No puedo negar que el timbre del celular es poderoso me robó mis silencios y mi serenidad, sin embargo, me devolvió la sensación de control. Un pequeño aparato defectuoso que es el mío. Mi celular siempre está de malas, nunca funciona. Pero ese día gritó como diez veces.

Tal vez en sus inicios sólo fue creado para hablar, pero lo maravilloso de este pequeño tiranito: el celular, es que también lo usas para hacer mensajitos de texto. Muchos prefieren escribir que hablar. Entre esos me apunto yo. Se solía decir que el papel aguanta todo, ahora sería y Dios creo al mundo y al celular con mensajes. Aisha y yo entramos a un cafecito español y tomamos unas tintas secas para que venga Morfeo y nos lleve. Había como seis personas de las cuales dos hablaban por teléfono y tres se reían solos escribiendo mensajitos y el sexto estaba dormido en una silla.

Mensajes van y vienen. Para retornar a los mensajitos, ese incidente me hizo recordar que al iniciar agosto tuve que ir a Hokokus en NJ, y tomar el tren que va a Paramus. Un viejo tren que parece sacado de una película de los años 30, un viaje de unos 45 minutos. El tren iba por aire y podía atisbar el gran paisaje y los varios celulares que sonaban y las muchas voces que hablaban alrededor en diferentes idiomas. Unos reían o discutían. El poder del celular, es innegable. Hasta que prendí mi celular y me encontré con llamadas perdidas, dos voice mails y dos mensajes. Pero no quise hablar con nadie y decidí escribir algo para alguien que se encontraba lejos. Para escribir el dichoso mensajito me tardé todo el viaje, porque mi celular se colgaba y nada. Al final lo terminé, y aquí se los dejo. Lo gracioso es que nunca lo envié, y creo que hubiera quedado en tres partes, como hace poco alguien me comentó acerca de un mensajito que le envié porque era muy largo. No lo puedo negar los silencios están escritos en mensajitos de texto.
Como este mensajito que les cuento que escribí en el tren:

Mensaje de texto
(en un T- Mobil defectuoso)
Para D.
te extraño
limpio sucio roto organizado descompuesto tibio frío fastidioso tierno
hosco aprovechado lujurioso extenuado sonriendo entristecido cabizbajo
fumado borracho preocupado dejado renegado altanero egocéntrico divertido
exagerado detenido arrechado imaginado excitado apasionado impresionado agitado irritado impúdico lascivo voluptuoso pensativo activo cansado atareado ocupado disponible incitante crédulo antojado hambriento malhumorado inconsciente engreído
solo
perdido
entre mi cuerpo

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