Los días pasaron caóticamente uno tras otro con sus bemoles y sus incongruencias. Los rayos de sol fueron extinguiéndose uno a uno. El viento comenzó a develarse y ansiosamente se arrulló sobre las pieles de miles de transeúntes de esta ciudad. Sólo el silencio al atardecer y fragmentos de tiempo esfumándose detrás de la melancolía que trae el otoño.
El viento arreciando las hojas lanzando a la cara la desesperanza de la estación y su mutismo a través de rostros cubiertos y pensativos. Y como penetrando la mirada por un oscuro túnel, me encontré con la pintura de Van Gogh me hizo latir el corazón en mil pedazos. Mi encuentro con el color, la luz y el viento juntos al unísono, fue un verdor interno que me hizo temblar; satisfizo mis sensaciones constreñidas. Siendo la escrutadora de su dominio, acercándome sigilosamente expectante ante su imagen. La sensación fue inexplicable. Van Gogh and the Colors of the Night una de la exposiciones más hermosas que he visto en The Museum of Mode
rn Art (MOMA). Podía escuchar el rugir del viento escapar a través del marco hacia mis oídos, la luz darme directo al rostro e imaginar las estrellas desde sus ojos. Sentía estar en esa noche penetrando a través del lienzo quedándome atrapada en esa “Noche Estrellada” de Van Gogh. El poder del cuadro era avasallador, éramos muchos los que queríamos verla, tocarla, olerla y sentir la calidez indomable de su fuerza. Esa tarde vi muchos cuadros clásicos. Pero ninguno como ese único cuadro que tenía existencia propia. Fue hace una semana que sentí el color de imágenes que aún conservo en mi imaginación y me empujaron a escribir algunas ideas acerca de existir.
Sin embargo, la semana fue austera y extraña en muchos sentidos. Recobré por horas mi cordura, que me llevaron a meditar sobre diversas situaciones. Retomé un viejo libro de lectura del Arte de Amar de Eric Fromm y amenacé con releerlo y me encontré cuestionando variedad de preguntas sobre el odio, el amor y la comprensión. ¿Qué relación podría existir entre una increíble pintura y las sensaciones humanas más banales? Definitivamente todas. Recordé que sentí alegría, tristeza y soledad, al mirarla.
Hoy salí a dar vueltas y encontrarme con las calles y pensé que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Y cómo todo arte necesito conocerlo y abstraerme de él como tal. Me pareció interesante como Fromm separa las visiones sobre el amor a través de los errores que se entienden acerca de qué es sentir amor, por medio de teorías. Y lo presenta en un inicio como tres errores comunes acerca de lo que uno cree que es el amor: la primera la atracción como producto, el interés en algo específico por uno de los lados, segundo las personas que se guían por la apariencia y lo que dicen los demás acerca de su elección como si eligieran una mercancía (el objeto deseable desde un punto social), y el tercer error (según Fromm) que radica en la confusión entre la experiencia inicial de enamorarse y la situación de permanecer enamorado. Llama a ese milagro con un inicio de atracción sexual y consumación. Sin embargo, las personas al tiempo de conocerse piensan que es duradero pero sólo es monotonía y seguridad. Mas no amor. Sólo es el escape del ser en su soledad buscando compañía.

Dejando a Fromm y sus teorías cáusticas acerca del amor. Leí un anuncio interesante sobre una taberna en Hudson Street que se llama White Horse; donde meditaron, se emborracharon y escribieron poetas como: Ginsberg y Kerouac. Poetas irreverentes que pertenecieron a la Generación Beatnek. Hombres sin cordura como Van Gogh en otro tiempo que hablaron de la desesperanza, el orden, la destrucción y el amor. Por entonces, seres comunes y corrientes que lloraron, rieron y amaron con locura y desesperación. Como ahora, nosotros simples mortales que dejamos algo escrito sólo para que tú lo leas como ahora lo estás haciendo.
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